Fotografía

Fotografía original de Xavier Mercadé

En la muerte de Tom Verlaine


Extraído del Capítulo "Easter (1978)"

WE THREE

En segundo plano, casi inaudible, el piano se ha quedado enganchado en un acorde. En segundo plano también, susurrante, Patti desgrana lentamente un deseo: iría cada domingo a ese bar donde él tocaba la guitarra. Todo está en segundo plano realmente, salvo la melancolía que desde ese primer momento se ha apoderado de la escena de una de las canciones más bellas de Patti Smith. Hermosa y sencilla, nacida del terreno fértil de las emociones desnudas, ese tipo de canciones que puedes cantar de noche, bajo las estrellas, sin más compañía que tu guitarra y el tiempo detenido a tus pies. Es una historia de amor, lo más simple de este mundo. Aunque sea un amor no correspondido, aunque en realidad sean no una sino dos historias de amor que corren en paralelo no sabes hasta cuándo. ¿Quién lo sabe? ¿Acaso hay algo más impredecible? “Dices que me quieres, pero yo quiero a otro. Dices que sueñas conmigo y sueñas como un hermano.” El piano martillea las notas, haciéndote vivir la herida del amor, percutiendo de tal modo que la voz de Patti acabe por hacerte un nudo en la garganta. Sí, las estrellas brillaban sospechosamente sobre ellos tres, y tú asistes, invisible, al desenlace esperado. Hay tristeza y dulzura en el modo en que Patti canta “no alejes de mí la esperanza, dijiste que cuando estabas conmigo nada te hacía llegar arriba”. Es como si estuvieras con ellos en aquella noche en la que bebían y él lloraba. Ahora los dados han rodado tan decepcionantemente para los tres… él la quiere, ella quiere a otro. La canción crece y crece como una ola gigantesca de sentimiento en la que se adivinan los momentos que quedaron atrás, la belleza del pasado, pero también la incertidumbre de los días futuros, los interrogantes no resueltos. Hay mucha tristeza y ninguna desesperación, una singular madurez en la voz, en las palabras, en la aceptación de que “no es sino el tiempo quien tiene la llave del mañana”. Y esa ola que ha arrastrado sentimientos contradictorios muere en la orilla dulcemente, mientras Patti canta un verso hermosísimo que deja abiertas todas las puertas: “cada noche antes de ir a dormir rezamos sin aliento a estrellas distintas, por favor no apartes de mí la esperanza”. Los arreglos son de Tom Verlaine, posiblemente uno de ellos tres.